jueves, abril 22, 2010

Aquel país del Centenario (parte II)


La comparación con Europa Occidental es odiosa, especialmente para los que se resisten a creer que alguna vez el ingreso per cápita en nuestro país era similar al de los países de Europa Occidental. Y salen con argumentos de todo tipo, que incluyen al Plan Marshall y la Guerra Fría para explicar por qué se nos escaparon tanto del 45 a esta parte. Obviamente, olvidan a los países que como España tuvieron una dictadura de 40 años y no recibieron ni un mango de ese plan, y sin embargo en 30 años nos pasaron el trapo dos veces.


Pero es interesante ver cómo nos fue en el último siglo contra dos vecinos bien distintos, como Brasil y Chile. Brasil, un gigante, una promesa siempre por cumplir, arrancando con un PBI per capita de que era un quinto del nuestro. Chile, un país menos dotado por la naturaleza, más aislado del mundo que nosotros, con menos escala, pero cuyo nivel de vida era sólo un 30% menor que el nuestro.


El cuadro de arriba muestra la relación entre nuestro PBI per capita y el de esos países (los PBI pc están medidos en US$ internacionales de 1990).


En la comparación con Brasil, se observa una caída secular de la brecha que comienza prácticamente desde inicios del siglo XX y que solo se detiene durante los años 30, mediados de los 60s y principios de los 90s. Claramente, esto se debe en parte a nuestro frenazo pero también es consecuencia de la creciente realización del potencial económico de Brasil. Es interesante notar que Brasil, al igual que nuestro país, comenzó un proceso de sustitución de importaciones e industrialización en la década del 40, pero a pesar de tratarse de dos procesos en apariencia similares, en el caso del Brasil les permitió acercarse cada vez más a nuestro nivel de vida, lo que desmonta la hipótesis de que nuestro frenazo al "ruido" generado por la transición del modelo agroexportador al modelo industrialista. Claramente, Brasil lo hizo mejor. Es especialmente notable que la brecha entre ambos países se cierra con mayor velocidad a partir del 48, precisamente cuando en Argentina estabamos, supuestamente, haciendo cambios para mejorar nuestro nivel de vida.......Luego viene el tobogán que va del 66 hasta el 90, donde se construyó en nuestra memoria colectiva la imagen del Brasil que crecía vs el estancamiento relativo de nuestro país.


El caso de Chile es bien distinto. un país menos dotado que la Argentina, pero con institucuiones razonablemente bien montadas y una estructura social menos "desordenada" que la brasilera y más parecida a la Argentina. Durante gran parte del siglo XX la brecha de PBI per capita entre Argentina y Chile se mantuvo entre un 30 y un 50%, salvo pweriodos breves en los que por temas relacionados al valor del cobre la brecha se ampliaba. El momento de mayor dispersión fue alrededor de 1975, poco después del golpe de Pinochet, en el que nuestro PBI per capita casi duplicaba al chileno. Pero a partir de entonces, y con algunos fallidos que se observan en el gráfico (e.g. la crisis financiera chilena del 92), Chile comienza rápidamente a cerrar la brecha, y en menos de 15 años alcanza nuestro PBI per capita y lo supera. Aquí se ve con claridad que un país pequeño, poco dotado, pero con políticas claras y coherentes a lo largo del tiempo es mejor que un país que parte de una mejor dotación de recurso y una mayor riqueza pero la despilfarra con políticas erráticas y erradas.


Dos casos distintos: unos tenían el potencial y lo realizaron; otros, con menos potencial, en algún momento se dieron cuenta por donde pasaban los tiros. Y nosotros, dando vueltas en el mismo lugar.



PD: a los que me salgan con el tema del Gini, les recuerdo que a igual Gini es mejor tener más PBI per capita que menos.....

miércoles, abril 21, 2010

Aquel país del Centenario (parte I)





La cercanía del Bicentenario ha activado una discusión que creía archivada en el cajón de las insensateces. Permitanme resumirles los argumentos principales de la misma.


En Argentina existe el lugar común de "recordar" un pasado glorioso, cuyo cenit sucedió en algún momento entre 1910 y 1925. Ese pasado es añorado por gente que no vivió en esa época pero cuyos padres y abuelos la recordaban, y cuyos rastros se observan en las instituciones del país, en parte de su infraestructura y en innumerables construcciones, además de haber sido reflejada por la literatura y el periodismo de esa época. La imagen general es que se trataba de un país mejor que el actual, no en términos absolutos por supuesto, sino en relación a la época.


A ese período de esplendor sucedió una larga y ruinosa decadencia cuyo año de origen puede situarse entre la crisis del 30 y 1948, y de la cual no parece que hayamos podido zafar aún.


A esta visión, usualmente sostenida por miembros de la clase media de centro y de derecha liberal, se le opone una contra-visión, originalmente expuesta por la derecha nacionalista, co-optada por el peronismo y luego adoptada por la troupe progre local, que la aderezó con condimentos de análisis histórico remotamente marxista. Esta contra-visión desea creer que en realidad ese país del primer tercio del siglo XX distaba de ser un paraíso; que lo que la gente "recuerda" es una fantasía instalada en las mentes impresionables de las clases medias por las clases altas que se habían enriquecido en esos años; que en realidad Argentina había sido librada de ese infierno por el peronismo; y que desde ese momento comenzó una lucha entre quienes abogaban por la liberación del país y los que se resistían a ella, y que sólo cuando esa lucha se resuelva el país podrá desarrollar todo su potencial.



Por supuesto esta contra visión no solo peca de ingenuidad historicista, sino que también en muchos casos adolece de anacronismo en su análisis de época. Nadie duda que la Argentina agroexportadora tenía tremendos déficits sociales, que sus trabajadores estaban desprotegidos y que, obviamente, el nivel de vida era en promedio mucho peor que el de épocas posteriores. Pero todo eso olvida que lo que la gente recuerda es que Argentina era un gran país en comparación con otros países en esa misma época. El informe Bialet Massé podría haber descripto las condiciones de los obreros en muchos otros países de la región y de Europa (ni que hablar del Asia...). Los defectos de la Argentina eran menos notorios que los de sus vecinos regionales y su estándar de vida similar al de gran parte de Europa, y en muchos casos mejor. Esto era obvio para los inmigrantes europeos que a pesar de su a veces limitada educación entendían mejor el status de Argentina en el mundo que algunos de sus nietos y biznietos, educados en la universidad pero cegados por cierta miopía analítica. La Argentina de esos años fue el país que más inmigrantes recibió en proporción a su población y el segundo destino de la inmigración europea luego de los Estados Unidos.....



Es eso lo que la gente rememora, el país que fue, el que iba en el segundo vagón del tren y que de a poquito se fue corriendo hacia el fondo. Obviamente, la contravisión simplemente busca justificar el desastre (en términos relativos al mundo) que se hizo con el país en aras del nacionalismo, la equidad, la industrialización, el desarrollo, la libertad de empresa, los derechos humanos, la soberanía y todas las demás excusas que durante al menos 70 años nos han querido vender (y hemos querido comprar) para evitar responsabilizarnos de nuestra decadencia. Y los más tontos de esa comparsa hasta creen que es mejor ir en tercera clase que en pullman....


El cuadrito de arriba ilustra en forma simple este punto: compara el PBI per capita de los países de la Europa Occidental no mediterránea con el de Argentina (medidos ambos en dólares internacionales de 1990). Y muestra, en rojo, la relación entre ambos valores. Se ve claramente que hasta la década del 30 nuestro PBIpc oscilaba entre el 80 y el 120% del europeo "avanzado". En la decada del 30 los europeos se escapan un poco (y eso explica algunas de las políticas argentinas de esos años). La guerra mundial permite a Argentina retomar la delantera y es ese impulso el que aprovechará Perón durante sus 3 primeros años de gobierno para financiar sus políticas sociales; y crear allí otro gran recuerdo colectivo sobre las bondades económicas del peronismo, que en rigor de verdad se agotaron en el 49, y nunca regresaron.

Con la posguerra, y la aplicación inteligente en Europa de políticas tanto keynesianas como liberales (lo clave es la palabra inteligente, el resto es ruido), Europa entró en un camino de crecimiento sostenido, mientras nuestro país se enfrascó en un zigzag ridículo y siempre hacia abajo, pasando de un PBIpc similar al europeo, a valores por debajo del 40% cuarenta años después. Ni siquiera la aceleración del crecimiento que se produjo entre el 65 y el 73 pudo hacer mucho más que detener momentáneamente esa caída. Ni que hablar del desastre que fue del 74 al 90, con el colapso definitivo del modelo de Estado diseñado por el primer peronismo y una suma de errores de política económica y de la otra que roza lo improbable. Y durante unos pocos años de los 90s (por razones que mezclan mejoras de la productividad con temas de política cambiaria), reversamos ligeramente este declive para luego desplomarnos, por habernos metido en un chaleco del que no supimos salir a tiempo.



Creo, sinceramente, que en los próximos 15 o 20 años, el tendrá una gran ventana para cerrar esta brecha en forma sustentable. Por supuesto, eso implica contar con políticas de largo plazo, con gobiernos que no sean espásticos, adolescentes o incapaces, y de cierta grandeza de los que dirijan al país. No creernos los mejores, a pesar de alguna vez haber estado en el grupo de los que aspiraban a serlo. Aprender de nuestros vecinos y dejar de discutir lo que ya hace décadas no se discute en el mundo. Esto no dependerá de los políticos sino de nuestra capacidad para darnos un rumbo y castigar con el voto al que se aleje de él.



PD: para los que posteen respuestas oponiéndose al uso de dólares internacionales para hacer esta comparación, los invito a que la hagan con cualquier otra medida: la pintura general no cambiará











jueves, abril 15, 2010

El REM desafina mal

Una de mis bandas favoritas es REM, pero no me refiero a eso.

Se conoce como REM a una fase del sueño normal que se caracteriza por el movimiento rápido de los ojos, pero tampoco me refiero a eso.

Me refiero al Relevamiento de Expectativas de Mercado que produce el BCRA mensualmente. En su versión de marzo nos informa que la estimación de la inflación para 2010 aumentó de un 10.9% que había dicho en Febrero a un 11.4%

El BCRA tiene diversas funciones. La principal de ella es preservar el valor de la moneda. Preservar el valor de la moneda significa controlar la inflación. Pues bien, la entidad cuyo fin es cuidarnos de la inflación nos dice, en forma oficial, que estima la misma en 11.4%.

Despacito de nuevo: once punto cuatro por ciento; en números romanos XI punto IV

Imaginamos en cualquier empresa privada que vos tengas una responsabilidad por una variable cualquiera. Ventas, costo de mantenimiento, número de accidentes, cantidad de horas trabajadas por encima del standard, tasa efectiva pagada...la que quieras. Imaginate ahora que te preguntan tu estimación sobre el número que vos controlas y das un estimado con un error del 50% con respecto al valor real (o del 100% según cómo definas el gap). No solo eso, lo dejás por escrito y lo publicás.....

Alguien piensa que un inútil o un mentiroso de esa calaña podría ser considerado para dirigir esa empresa?

Si alguien lo piensa que me avise, que tengo que llenar dos casilleros en la lista de giles irrecuperables, porque en uno solo no me entra.

martes, abril 13, 2010

Anosognosia

La anosognosia es una enfermedad que implica la incapacidad para reconocer la enfermedad en uno mismo. Es causada por ciertas lesiones en el hemisferio derecho del cerebro (más precisamente en la parte anterior del lóbulo parietal). Tiene como consecuencia una carencia absoluta de alteración emocional ante la situación de enfermedad que enfrentan.

Yo tiendo a creer que la sociedad argentina tuvo durante muchos años, diría décadas, anosognosia con relación a su decadencia. La misma era evidente para cualquier observador externo, pero invisible para mucha gente dentro del país. Lo curioso que la auto-percepción que se tenía variaba según el espejo ideológico: para los enamorados de la convertibilidad el país volvía a ser del primer mundo con el 1 a 1; para los peronistas estructurales y la izquierda precámbrica, el default implicaba que el país volvía a ponerse de pie (y nunca habíamos dejado de ser los más vivos del barrio...). Esta anosognosia estaba inducida por una dirigencia que no tenía ningún incentivo en mostrarnos a dónde nos había llevado

De alguna manera, por cierto extraña y traumática, me da la impresión que lentamente nos estamos curando de ese extraño cuadro. Hoy tenemos un gobierno que se autodenomina progresista y que es nominalmente peronista, apoyado por la simpática comparsa nac&pop, académica y estudiantil, que en los últimos meses ha levantado (por motivos equivocados) la bandera del pago de la deuda y que en las últimas dos semanas ha movido cielo y tierra para poder tener una reunión con el presidente de la potencia "imperialista" por excelencia, la casusante principal de todos nuestros males. Obviamente, la muchachada nac & pop y los gerontes académicos que la rodean ni se avivan que el mensaje de esta reunión y de esa actitud percola entre los despistados que los acompañan y transforman en verdades evidentes la necesidad de honrar las duedas y de llevarse bien con el grandote del barrio.

Los progres se compraron finalmente la soga donde colgaran sus últimos sueños desnortados. Brindo por eso!

viernes, abril 09, 2010

El Mundial en las escuelas

Cuando Argentina jugó el Mundial en 1978 y el juvenil en el 79, yo estaba en el colegio. Recuerdo que los partidos eran por la tarde en el 78 y en general pude verlos a todos. En el caso del Mundial Juvenil (donde se lucieron Diego, el Pelado, Barbas y otros), los partidos eran por la mañana. Obviamente no podíamos verlos. Puteábamos en varios idiomas y en algunos casos llevabamos radios escondidas a las clases para seguir con auricurales los partidos. Visto en perspectiva no creo que la frustración de no haber podido ver el partido en el cole me haya ocasionado ningún problema educativo, ni que verlo hubiera resultado en una mejora en mi entendimiento de la realidad. Lo que si creo que aprendí (o reforcé mi aprendizaje) , en forma implícita, es que en la vida hay prioridades y que hay cosas que deseamos que son secundarias o irrelevantes.
Algunos años después un par de Mundiales me sorprendieron en la facultad.Recuerdo en particular el del 86 en el que a veces no fui a algún práctico de alguna materia para mirar partidos en un bar. En ese momento pude tomar esa decisión como un adulto sabiendo sopesar los pros y contras de mi decisión y no asumiendo que no ir a clases era per se la mejor opción (aunque para mi lo fuera). Y recuerdo perfectamente cuando le pedimos a un profesor que moviera un parcial el lunes siguiente a la final del Mundial, el tipo, con racionalidad cartesiana, nos preguntó por qué nos parecía mejor festejar un triunfo deportivo que cumplir con un compromiso académico. Nuestra respuesta fue una mezcla de murmullos de desaprobación con motivos mal expresados, pero nos quedó claro que no era obvio responder a esa pregunta en forma rigurosa (finalmente el gobierno o la universidad o no se quien dio feriado y el parcial lo dimos otro día....por suerte para mi carrera)

Escucho ahora que los alumnos podrán ver en las escuelas los partidos de la selección nacional durante el Mundial de Fútbol de Sudáfrica, ya que "es una fiesta con un gran efecto pedagógico", según informó hoy el ministro de Educación, Alberto Sileoni.
Me pregunto si este señor puede demostrar que el mundial es una fiesta con gran efecto pedagógico. Y si lo puede demostrar, me gustaría saber por que, por ejemplo, el Carnaval de Rio, la Bienal de Venecia, la entrega de los premios MTV o un recital de Daddy Yanqui no tienen un efecto pedagógico similar.
Agregó que, "Es un hecho cultural muy importante, negarlo sería negar una realidad porque el partido se verá en las oficinas, en dependencias públicas, así que está bien que entre en las escuelas", O sea que si se hace en una oficina y/o dependencia pública ergo debe hacerse en las escuelas.....me lo imagino a Piaget revolviendose en su tumba....

Pero, para no parecer un formador de vagos y un demagogo de cuarta, agregó:
"Tendrá un gran efecto pedagógico verlo en la escuela y por supuesto estamos preparando materiales junto a las Asociación del Fútbol Argentino (AFA), que se lanzarán con algunos jugadores de la Selección"
Me imagino....

El jefe de la cartera educativa agregó: "Ver el partido en la escuela significa invertir dos horas de la clase, y no ir significa perder seis horas".
El tipo, claramente, no entiende nada. Cree que el problema de su decisión está en el tiempo invertido y no en el mensaje que se les pasa a los chicos.

Pensar que todavía vivimos del gran sistema educativo que nos legó la generación del 80 y que este tipo de inútiles no se ha cansado de demoler desde hace décadas....

Populismo para niños. El colmo de las mediocridades

jueves, abril 01, 2010

Grados de libertad

En ingeniería se conoce como grados de libertad de una estructura a la cantidad de tipos de movimientos que dicha estructura puede hacer. Esto depende de cómo la misma esté relacionada a otros cuerpos. Hay estructuras que pueden desplazarse en una dirección pero no en otras, o pueden rotar alrededor de un eje pero no alrededor de otro perpendicular al mismo. Es así que cuando una estructura tiene algún grado de libertad se la conoce como mecanismo; cuando no tiene ningún grado de libertad es una estructura isostática; y cuando tiene grados de libertad negativos (más restricciones que las mínimas necesarias para impedir su movimiento), se la conoce como hiperestáticas.

Como tantos otros conceptos originados en la ciencia y en la técnica, el concepto de grado de libertad ha permeado en el lenguaje común, con un sentido aproximadamente similar. A mi me interesa usarlo para dar una mirada muy de largo plazo sobre la evolución de los gobiernos argentinos en los últimos 25 años, en particular de sus políticas económicas.

Hace 25 años o más, los gobiernos podían hacer casi cualquier cosa en la gestión de la economía. Podían imprimir billetes para financiarse, podían controlar precios, podían usar gastar sin control, podían devaluar, podían cambiar la moneda, podían defaultear. Quiero decir que podían hacerlo y no existían condenas sociales ni mecanismos institucionales que los condenaran o impidieran.

Algunas de las políticas que se implementaron en los 90s tendieron a limitar estos grados de libertad o a hacer más difícil su aplicación. Y muchas de las políticas actuales tienden a aumentar el número de grados de libertad.

Pero algo cambió: hoy el gobierno encuentra resistencias cuando quiere ser discrecional, cuando explota esos grados de libertad, que no existían hace 25 años. Resistencias de la prensa, de los mercados, de la justicia, del congreso, de la opinión pública y hasta de países vecinos. Ese cambio del entorno, esa mayor rigidez (que creo que es irreversible) es lo que no puede leer o no quiere aceptar este gobierno. Y cada vez que carga contra ello, pierde una batalla o la gana a lo Pirro, como lo demuestra el tema de las reservas. Este simple hecho es el que asegura que, salvo que el gobierno cambie su forma de hacer política es casi imposible que sea re-electo.